Sursystem: muzika de la calle

cruzando fronteras

Escrito por sursystem @ martes, octubre 10, 2006


(Por la Teja Pride) Quebramos la frontera, dejamos Montevideo por unos días, dejamos Uruguay por unos días, el barrio la Paternal en Buenos Aires fue nuestra casa el fin de semana pasado. El evento Barrios Sin fronteras II se realizó en una ex Sinagoga de más de 100 años de antigüedad en La Boca.

Desembarcamos en el tigre, la Cacciola se había portado muy bien con nosotros -nos habían facilitado seis de los 8 pasajes necesarios-, dos limpiadores se cagaban a trompadas desde el otro lado del canal, miramos el espectáculo pugilístico mientras el resto de los pasajeros se apretaban, pisaban y tropezaban con sus equipajes. La pelea terminó con un apretón de manos y las caras y los nudillos bastante malogrados. En la puerta que comunicaba el embarcadero con la aduana habían pegado un cartel ofreciendo una recompensa de 200mil pesos argentinos a quien diera datos que llevaran a la ubicación de Jorge López, el obrero de la construcción que acaba de desaparecer tras declarar en el juicio que se le seguía a en contra de Miguel Etchecolatz, uno de los peores represores que actuó durante años de plomo argentinos, pronto comprobaríamos que media ciudad estaba estampada con la cara del testigo.

Los agentes de aduanas se enfrascaron en una profunda operación con nuestro equipaje. Cuando abrieron la mochila que cargaba Libertinus descubrieron que llevábamos 10 discos de la banda, al recibir una respuesta negativa a su pedido de boletas, el agente decidió quedarse con uno, “si me gusta luego me lo firman” sentenció.

El bus recorrió la General Paz hasta que esta se transformó en la 9 de Julio, el Once fue el lugar en el cual bajamos, nuestros pasos se dividieron, mientras algunos se concentraban en visitar bares para probar desayunos porteños, otros buscaban un locutorio que estuviera abierto a esa hora, necesitabamos comunicarnos con los SurSystem. 105 fue el número del colectivo que nos llevó hasta la casa de Elu, Moroco y Pablo. 0,80 la cantidad de centavos que costó cada boleto y 53 los minutos que tardamos en llegar.

La casa estaba poblada por música, el dub salía del cuarto de Elu, charlamos bastante, no tardamos en percatarnos de que el hambre nos había atacado mientras nuestras lenguas solo movían palabras. La panadería del barrio nos deslumbró, cientos de facturas de los más diversos tipos, con dulce de leche, con crema, sin ésto, con aquello. Luego de que fueran exterminadas en la mesa del comedor, ltp* se dividió en tres equipos. El primero de ellos fue a una entrevista en fm La Tribu que había concretado Carlos Castor desde su PC en Berlín. El segundo equipo marchó al centro de la gran Baires a fascinarse con los edificios y las multitudes. El tercer equipo decidió comprobar la calidad de los colchones de la casa y explorar la colección de filmes de Soncho.

La prueba de sonido estaba pautada para las 7pm, llegamos 8:15pm, nos habíamos perdido. La Kasa de las Estrellas resultó bastante grande, una gran puerta de madera daba a la calle, una vez esta era atravesada te encontrabas con un largo pasillo que iba hasta un hall, y este a su vez lindaba con el templo en si. En el pasillo se montó una feria de poesía, el hall se transformó en la cantina, y el antiguo templo de Jehová se transformó en el nuevo Zion, por lo menos esa noche.

La policía alertada de que una fiesta ilegal se estaba llevando a cabo llegó acompañada por inspectores de la municipalidad. Un punk con largos dreadlocks y una verborragia envidiable los mantuvo a raya, no pudieron entrar. Latejapride* fue la encargada de abrir la noche. Un set fuerte, velocidad y flow fueron las armas elegidas. Iván bailó como nunca, el Irish arañaba los vinilos, y esperaba que la púa se mantuviera en su lugar, pero hasta la MK2 se movía. La gente gozó y bailó hasta la última canción, bueno, hasta la penúltima, porque llego nuevamente la yuta, y mando parar, Zion era atacada nuevamente por la ley y el orden. Se bajo el volumen, se hizo el aguante, y la fiesta regresó. Nos encargamos de la puerta mientras los DJs de turno subían el sound system a niveles insospechados. Saurio estaba contento, nos encontrábamos con el luego de unos meses, durante el toque había conectado su notebook al cañón y volvió a reafirmar porque es nuestro VJ favorito. Algunos ltp* compraban un litro de cerveza, que era servido en un enorme vaso de plástico, otros garroneaban un poco de bebida cola. En un costado de la cantina se podían adquirir unas riquísimas –como luego comprobamos- empanadas veganas. Imperio Diablo y su mestizo sonido nos siguió al comando del escenario, las masas bailaron al calor de la mezcla, Elu sacó al diablo de las congas, Soncho estaba asediado por el stress, lo de mantener una fiesta por fuera del control burocrático tiene sus problemas, y el puso el pecho a eso.

Eran las 12 del medio día del domingo cuando nos volvimos a encontrar todos. Habíamos pasado la noche en diversas camas amigas. Un apresurado almuerzo a base de panchos sirvió de despedida. Much love para los pibes de Sur System. Moroco, Pablo y Elu en nuestros corazones quedaron marcados. Nos despedimos con abrazos y volamos, con el tiempo contado. Otra vez el 105, luego el Bus por la general Paz, y la Cacciola sumergiéndose en esas calles de agua conocidas como El Tigre. Atrás quedó Buenos Aires, atrás, saludando con sus mil brazos de cemento y cristal en alto. Volveremos, es promesa, y que Zion renacerá es una certeza.